De seguro que a ningún artista del tatuaje le gusta que su obra sea eliminada, pero la última palabra la tiene “el lienzo” Y existen diferentes razones para llegar a la decisión de querer quitarse un tatuaje.
Quizás, el significado que alguna vez tuvo, hoy ya no existe. Tal vez, el solo hecho de verlo todos los días nos trae un recuerdo que no quisiéramos tener.
Es posible que el tatuaje sea de una expareja que ya no está con nosotros, de alguna idea que ya no nos representa, o simplemente un tatuaje mal realizado que quisiéramos eliminar.
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Las razones son miles, pero el resultado es uno solo: quitarse un tatuaje.
Existen varios procesos populares en cualquier búsqueda rápida por Internet, que prometen buenos resultados para quitarse un tatuaje no deseado.
Dejaremos de lado los procesos caseros que incluyen aloe vera, sal gruesa, agua oxigenada y hasta polvo para decolorar. No son del todo seguros y tampoco aseguran el éxito en la tarea.
El proceso de eliminación de tatuajes más efectivo es el realizado con Láser. Más específicamente, con el Q-switched o Pico way. Es el proceso más moderno y que mejor resultado ha dado. Pero antes de entrar de lleno al sistema de eliminación de tatuajes por medio del láser, veamos algunas otras opciones.
Dermoabrasión
Durante el proceso de dermoabrasión, el área tatuada, generalmente, se enfría hasta que queda insensibilizada. Después, la piel tatuada se “lija” hasta llegar a niveles más profundos con un dispositivo rotatorio de alta velocidad que cuenta con una rueda o un cepillo abrasivo. Esto permite que la tinta del tatuaje drene por la piel.
El área afectada permanecerá irritada y con dolor por varios días después del procedimiento. La recuperación suele tardar, al menos, de dos a tres semanas. Los resultados no son del todo predecibles y hay muchas variantes que no garantizan el éxito del procedimiento. La dermoabrasión es bastante menos eficaz que la técnica del Láser y no es una opción frecuente.
Cirugía
La eliminación quirúrgica del tatuaje se realiza con anestesia local. El tatuaje se elimina con un bisturí, y los bordes de la piel se unen con puntos. Si bien la a eliminación quirúrgica del tatuaje es eficaz, deja una considerable cicatriz y solo puede ser utilizada para tatuajes pequeños.
Habiendo repasado estas opciones, nos queda hablar del más exitoso de los procedimientos.
Cómo quitarse un tatuaje mediante Láser
Las variantes que tenemos hoy por hoy para la eliminación por láser de nuestro tatuaje, son dos: de Láser Q-switched y la de Picoway. La primera, es un poco mas antigua, lleva unos 10 años en el mercado y la diferencia principal entre los dos métodos es el tiempo que lleva para lograr el objetivo.
Como ya hemos dicho, este proceso para la eliminación de tatuajes es el más efectivo y seguro de los conocidos hasta el momento. Pero también el más caro, por lo que el acceso a este tipo de tratamientos no es del todo popular.
El proceso para quitarse un tatuaje con láser requiere de varias sesiones. La cantidad de sesiones estará determinada por diferentes variables, desde el tamaño del tatuaje, colores utilizados, localización y antigüedad del tattoo.
Por ejemplo, los colores negro y azul oscuro son los que mejor responden al tratamiento. Mientras que los turquesas y los amarillos, son los más difíciles de eliminar. El rojo, por su lado, responde parecido al negro, pero requiere más sesiones.
Otro punto a tener en cuenta es si el tatuaje es aficionado: Los tatuajes aficionados suelen ser más superficiales y con tintas con menor cantidad de pigmento. Por eso, a diferencia de los tatuajes profesionales, requieren menos sesiones a la hora de eliminarlos.
Con respecto a la localización, las zonas en las que la piel es más fina son los lugares del cuerpo que menor número de sesiones necesitan. Tal es el caso de la cabeza, cuello, y la muñeca. En zonas como la espalda, piernas y brazos, la tinta del tatuaje se encuentra más profunda y la piel es más gruesa. En estos casos se requiere de mayor número de sesiones.
El tratamiento consiste en disparar una radiación láser de alta intensidad al tatuaje por un intervalo de tiempo muy corto, evitando que el mismo produzca quemaduras en la piel. Ese haz de luz fragmenta las partículas de tinta que forman el tatuaje en partículas más pequeñas que se dispersan en la epidermis y que posteriormente y de forma gradual son eliminadas a través del sistema linfático.
El tratamiento con láser no es del todo doloroso, teniendo una sensación similar a la experimentada durante el tatuaje. El láser atraviesa la piel sin causar sangrado ni cicatrices.
Diferencias entre Picoway y Q-switched
Para cerrar, nos queda aclarar las diferencias entre estos dos métodos de eliminación láser para tatuajes.
Además de que el Q-switched ya lleva algunos años en el mercado, hay algunas otras diferencias que vale la pena considerar a la hora de elegir como quitarse un tatuaje.
El Picoway es un láser que trabaja con pulsos de duración ultracortos, considerablemente más cortos que el Q-switched. Este último trabaja en nanosegundos mientras que el Picoway trabaja en picosegundos. Cada picosegundo es la unidad obtenida al dividir un segundo en un billón, el nanosegundo, por su lado divide al segundo en un millón. Esta diferencia permite que haya más energía liberada en menor tiempo, dando por resultado, una mayor eficacia.
La tecnología de Q-switched (dependiendo del tatuaje) necesita alrededor de 6 a 12 sesiones para lograr su cometido, por su lado el Picoway tomaría de 4 a 6 sesiones para realizar la misma tarea. El sistema Picoway también es efectivo en pieles más oscuras, siendo este un apartado de deuda en el Q-switched.
Recomendaciones previas a la sesión
No tomar sol 10 días antes del tratamiento.
No tomar medicación fotosensible
Cuidados posteriores tras quitarse un tatuaje
Los cuidados posteriores son similares a los de un tatuaje recién hecho.
Aplicar frío ayudará a reducir las molestias y disminuirá la hinchazón y el enrojecimiento que se presentará después de las sesiones.
Debemos evitar frotar o rascar la zona que ha sido tratada.
Aplicar la pomada de tratamiento cada 8 horas, de 5 a 7 días.
Procurar evitar baños extensos, duchas muy calientes, o saunas en los días posteriores a su tratamiento.
Usar jabón neutro para lavar la zona tratada. No frotar ni usar esponjas ásperas sobre estas áreas.